En 1914, Béla Waldmann regaló a la sociedad vienesa y a su élite literaria el Café Herrenhof, un lugar de encuentro, inspiración y cultura urbana cuyo apogeo duró más de dos décadas.
El nombre es una invitación a los vieneses y a sus invitados para que vuelvan a llenar este lugar de esta colorida vivacidad.
Con un sentimiento por la tradición y la historia, por el disfrute y el encuentro aquí y hoy.